Desde que era niña, María Isabel de los Ríos sufrió el rechazo de su madre, nunca recibiendo amor de ella más solo golpes y palabras hirientes.
Pronto su madre decidió que María sería la nueva empleada doméstica de la casa, atendiendo diariamente a sus padres y hermanos. Eso solo produjo en María odio su madre deseando que ella muera.
María se volvió tímida y en la adolescencia en búsqueda de amor se entregó de un joven, pero cuando su madre se enteró, está la agredió físicamente a niveles de dejarla sangrando, de seguido la furia de su madre se desató aún más y la obligó a casarse. Estando atada a un matrimonio insoportable, María huyó un buscó refugio en unos familiares.
Su tía la apoyó pero pronto sus padres la fueron a buscar y a golpes la sacaron y María se vio obligada a volver con su esposo forzada por sus padres.
Su esposo la dejó ir y huyendo a la capital, conoció una nueva pareja, pero otra vez más, no encontró lo que tanto buscaba. Su nuevo novio la agredía y María en plan de huida quedó embarazada y eso la limitó otra vez a buscar salida.
Pasado los meses, encontró valor para huir de nuevo e intentar hacer una nueva vida con su bebé.
En su nueva vida, María empieza a trabajar y ahí conoce a un joven con el que empieza una relación y en poco tiempo deciden casarse.
Pero pronto los problemas llegaron y María ya no quería seguir luchando por la relación, mientras veía como su anhelo por tener un hogar se iba cayendo- pero en medio de tanto dolor, una amiga la invitó a un lugar especial.
En esa iglesia, María escuchó las palabras que necesitaba y decidió entregarle su vida a Dios, y desde ese día inició un proceso de transformación en su vida.
María empezó a pedirle a Dios que le diera mucho amor para su esposo y que también le enseñara a perdonar a todos aquellos que le había hecho daño.
María encontró en Jesús la manera de vivir con felicidad, ahí encontró un padre amoroso y fiel que nunca la deja sola. Hoy María es una madre entregada y buena esposa, que logró llenar su vacío y sanar todas las heridas del pasado.
Y fue ese cambio lo que también hizo que su esposo también la entregara su vida a Dios y ahora ambos tienen una bella relación de pareja poniendo a Dios como centro de su vida.
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