Miriam Bustamante de Lima, Perú quería ser una gimnasta profesional, pero un evento destruyó su sueño. Se daño su brazo derecho y después del accidente, no volvíó a ser la misma gimnasta. Desesperada y sin propósito, ella tomó el camino de su propia destrucción.
Un amigo le ofrezco un singular calmante para quitar el dolor. Era un cigarrillo cargado con drogas, esta experiencia le abrió el mundo de drogas a Miriam. Salió con un hombre que también consumía drogas y su relación era nada menos que tóxica. Miriam eventualmente se encontró viviendo por las calles, ahogándose cada día más en el mundo de las drogas. Las consumía y vendía a un nivel alarmante. Asaltaba y robaba a la gente y buscaba cualquier manera de satisfacer su enorme vicio. Su adicción afectaba su salud y su cuerpo en gran manera y la relación con su pareja era espantosa – llegaba incluso a temer por su vida. Miriam sabía que algo tenía que cambiar.
Ella aceptó una invitación de unos jóvenes para ir a una iglesia. Allí ella clamó a Dios y le pidió perdón por todos sus pecados. Le pidió que Él se acerque a ella. El pastor de la congregación le ayudó a involucrarse en un programa de restauración para mujeres en la iglesia y su vida comenzó a cambiar. Pero cinco meses después, Miriam decidió salir de este lugar, en contra del consejo de los voluntarios. Cayó nuevamente en la adicción y su pareja continuó maltratándole salvajemente. De pronto, Miriam se dio cuenta de que había cometido un gran error en salir de la casa de mujeres.
Volvió a clamar a Dios y le pidió la sacara de esa situación. Le dijo, “Señor, nunca más quiero consumir. Haz algo Señor, para que me no quede aquí. Yo quiero cambiar, pero no puedo.” En este momento, Dios le fortaleció de nuevo. Ella volvió a la iglesia y fue recibida con los brazos abiertos. Dios empezó a cambiar su vida enteramente, espiritualmente, físicamente y emocionalmente. Miriam empezó a entender que su cuerpo es un templo de Dios y hay que cuidarlo bien. Por la gracia y el poder de Dios, Miriam rompió su adicción a las drogas y recuperó su relación con su familia.
Ahora es directora de una escuela cristiana para niños. Ellos trabajan con los niños en cuatro áreas de su vida: su área espiritual; su área física; su área cognitiva; y su área socio-emocional. Ella vive con confianza, paz y gozo por lo que el Señor hizo y todavía está haciendo en su vida. Miriam encontró un propósito y una razón para vivir.
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